Soy integrante de una familia con raigambre artesanal, mis bisabuelos comenzaron en la labor del barro policromado y hemos extendido esa tradición hasta nuestros días. Me siento orgulloso del eslabón que represento y trato de plasmar ese orgullo en las obras que produzco. Particularmente, me gusta pintar y decorar los jarrones, tibores, árboles de la vida, cráneos y figuras.
Con el paso del tiempo nuestro taller es más conocido y llegamos a más gente, incluso ya estamos exportando. Desde que comenzamos, la técnica para los árboles de la vida no ha cambiado nada, a pesar de que mi papá ya no está. Como crecimos con él, todos cooperamos, todos ayudamos. Eso no ha cambiado, lo único distinto es la quema. Ya no utilizamos leña, decidimos hacer hornos de gas. Son un poco caros, pero a la larga es mejor. Las piezas ya no se rompen tanto porque se puede regular la temperatura.
Mi familia y yo continuamos con la herencia que nos dejaron mis padres, la cooperación y el apoyo de todos con un propósito: cuidar la calidad y la belleza de nuestras creaciones.