Soy artesana desde hace 45 años, mi mamá era bordadora y me enseñó cuando tenía 8 años, recuerdo que utilizábamos como modelo a los animales y plantas que veíamos o que pertenecían a la región y los plasmábamos en la tela. Con el tiempo he tomado capacitaciones de telar y bordado que me han ayudado a mejorar mi trabajo.
Pienso que es importante preservar el saber artesanal para que no se pierda, así como mi mamá me enseñó a mí, yo quiero pasarle el conocimiento a los niños y niñas para que continúen con esta labor que representa nuestra cultura, saberes y es un símbolo de identidad. Nosotros contamos con un taller familiar en el que participan 10 personas.
Me emociona cuando a la gente le gusta y valora el trabajo que hacemos porque nos impulsa a seguir haciéndolo, queremos llevar nuestros textiles a nuevos espacios a través de personas que nos visitan de otros lugares y que compran nuestros productos. Sin embargo, es importante mencionar que los artesanos necesitamos más espacios para promover y vender nuestros productos porque muchas veces es complicada la comercialización.